Esta mañana tenía que realizar unas gestiones en la Comunidad de Madrid, me he bajado del metro y en la acera he visto una estampa que antes era muy típica en cualquier lugar, pero que en los últimos tiempos, por loas propias leyes y porque se vivía mejor, no se ve tanto. Un hombre con un carro de esos de las grandes superficies vendía melones al grito de "¡Tres melones, cinco euros!". He segido mi camino pensando que era un precio bastante caro y que no compraría melones a aque hombre ni loco.
Tan sólo diez minutos después, y camino del netro nuevamente, he pasado frente al hombre de los melones, que esta vez, con un plato que contenía algunos trozos de la fruta, gritaba ofreciendo su producto diciendo "¡Cuatro melones, cinco euros!". Y he pensado que, evidentemente, nadie había comprado un solo melón de los que ofrecía, por muy buenos que fueran. En diez minutos había bajado el precio y muy probablemente, si la cosa seguía así, en media hora alguien comería melón gratis. Y es que la crisis trae estas cosas, y aunque al señor de la frutería que había veinte metros mas allá setaría muy cabreado y probablemente haya llamado a la policía para que echaran al vendedor de melones, éste no tiene más remedio que hacerlo, porque hay que comer y la crisis, aunque algunos todavía la nieguen, se ha quedado a vivir con nosotros y parece que no la van a echar ni los GEO...
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