Ayer, mi paisano Alberto Contador me dio una impresión bastante pobre para lo que suele ser habitual en él. El pinteño es un luchador y ayer no lo vi por ningún lado. A ocho kilómetros de la llegada de la primera etapa del Tour de Francia, una etapa que no debía haber pasado a la historia más que por coronar al primer líder decidido al sprint, y el orden de salida de la etapa de hoy, contra reloj por equipos que no debía decidir grandes cosas, una caída cortó a Contador, todo su equipo y a Samuel Sánchez. Todos los demás favoritos entraron en el primer grupo o, como en el caso del principal rival de Alberto, Andy Schleck, aunque entró en el grupo del pinteño, no se le picó tiempo porque fue producto de una segunda caída, esta vez dentro de los últimos tres kilómetros de etapa.
El caso es que Alberto no luchó, su equipo no tiró a muerte para enjugar, o al menos minimizar la ventaja, y a él no se le vio en ningún momento dispuesto a intentarlo. Creo que no pensaba ir al Tour, que no estaba en su cabeza porque es complicado en la situación actual correr Giro y Tour con garantías de ganar las dos carreras. Pero hay intereses de marca, intereses económicos que "obligan" a Alberto a correr el Tour tras un Giro durísimo. Su salario y su condición de estrella hacen que el equipo tenga que asistir al Tour y además contar con él, y en estas circunstancias no hay cansancio que valga, manda el equipo y punto. Aún así pienso que Contador debería haber mostrado otra cara, haber luchado por no perder tiempo y demostrar que es tan grande como todos creemos. Espero que si pasa lo inevitable, que hoy pierda otro minuto y quede demasiado lejos como para pelear la victoria en el Tour, ni él ni su equipo pongan la excusa del cansancio porque eso debería haberlo dicho antes. Alberto es un campeón que ni debe bajar los brazos ni poner excusas.
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