En la primera etapa del Tour de Francia 2011, Alberto Contador se cayó y perdió tiempo. En total, tres caídas en los primeros días y la sensación de que este año no era el suyo en las carreteras francesas. Ya dije en una entrada anterior que la impresión que tenía es que Alberto no estaba concentrado en la carrera, que no tenía previsto acudir y que sólo los compromisos publicitarios, los temas económicos tanto del equipo como los suyos mismos, fueron los que le obligaron a participar.
Alberto Contador ganó el Giro y supongo que pensaba en la Vuelta a España, e intentar ganar las dos carreras al igual que ocurrió hace dos años. Cuando se confirmó que no era sancionado por la RFEC y no se había producido fallo del TAS, su equipo le planteó que debía correr el Tour, ya que no tenía impedimento alguno, salvo el deseo de los franceses de verle perder, o simplemente de no verle sobre la bicicleta y ganando en los Campos Elíseos. Yo entiendo perfectamente al equipo y a su patrocinador, porque pagar la alta ficha del pinteño y participar en el Tour de Francia le supone un importantísmio desembolso que sólo puede recuperar en parte si participa en la carrera francesa y con su líder al frente. Pero este cambio en la planificación hace que la preparación del ciclista no sea la correcta y no llegue con la soltura y en la forma que hubiera tenido de haber preparado el Tour expresamente. Además, Alberto no puede negarse a los deseos del equipo precisamente porque gana mucho dinero que debe justificar asistiendo a cuantas carreras y actos se le requiera, y sobre todo a la carrera sobre la que gira toda la temporada.
Todo esto ha supuesto que, como ya he dicho, Contador no estuviera concentrado desde el principio. Las caídas se producen muchas veces por esa falta de concentración o de motivación. No dudo de que, de no haberse producido las caídas, de no haber perdido ese tiempo tan precioso y de no estar por ello a tono en Los Pirineos, Alberto habría conseguido el nivel óptimo de concentración y de motivación para pelear por el triunfo en París. Pero la realidad ha sido otra durante toda la carrera, y aunque en las etapas de Los Alpes atacó más por casta y por orgullo que por convicción y fuerzas, al final, no sirvió de nada. Al final, el australiano Cadel Evans ha ganado con justicia la carrera a sus 34 años, después de muchos intentándolo, y los hermanos Schleck, que tenían equipo, calidad y fuerzas para haberlo ganado, le acompañan en el podio, supongo que con una desazón importante, ya que, derrotado el ogro, no han sido capaces de subirse a lo más alto. De los españoles, el único, Samuel Sánchez ha conseguido el maillot de puntos rojos de rey de la montaña.
No sé si después de este aciago Tour de Francia, Alberto va a correr la Vuelta a España o no, pero lo que sí sé es que el año que viene necesitará varias cosas si quiere volver a ganar el Tour: una preparación adecuada para llegar a tope a la salida, un equipo más compacto -aunque no estaba bien, el equipo le dejaba solo muy pronto-, y suerte, la misma que este año le ha alejado del triunfo, más mental que físicamente...
con el equipo que tiene ha hecho mucho
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