sábado, 29 de noviembre de 2014

¿Amigos y punto?

El diccionario de la RAE define las palabras "amistad" y "amigo", en sus primeras acepciones, de la manera que sigue:

amistad: Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.

amigo -ga: Que tiene amistad.



Las definiciones son muy escuetas aunque muy claras. Durante toda mi vida he pensado que la definición de amistad era algo parecido a lo que dice esta escueta definición, aunque siempre he ido completando su significado con la experiencia, enriqueciendo ese significado con detalles y matices que sólo uno mismo puede apreciar. Supongo que a todos os pasa lo mismo.

Pero en las últimas semanas, ciertas circunstancias han hecho que pensara mucho en esto, porque parecía que todo lo que vengo pensando y sintiendo en este asunto durante toda mi vida, no servía para nada. Los conceptos cambiaban de tal manera que cabía pensar que durante todos estos años, más de medio siglo, estaba totalmente equivocado. Así que he reflexionado y he traído a mi mente recuerdos de todas las etapas de mi vida, para comprobar si realmente estaba equivocado o no. Si hacemos un resumen de cómo veo yo a los amigos en las distintas etapas de la vida, llegamos a esta conclusión:

1. La niñez. Amigos de juegos, travesuras, deberes, merienda... Muchos desaparecen por circunstancias de la vida, pero los que quedan, ahí están siempre, tal vez no muy cerca, tal vez sin el contacto suficiente, pero siempre en el corazón. Son los pocos que quedan de esa época los que nunca te abandonan.

2. La adolescencia: Todo se revoluciona. Es tiempo de descubrir cosas nuevas, de riesgo, de descubrir el cuerpo propio y el ajeno. Algunos de los amigos de la niñez permanecen y aparecen nuevos amigos con los que afrontar esa etapa "peligrosa" de la vida. También aparece el interés por el otro sexo y los primeros escarceos para interaccionar con él. Suelen permanecer los amigos de la niñez, aunque alguno de los nuevos también permanece.

3. La juventud. Es el tiempo de la libertad. Aquí están los amigos de farras, juergas, bares, discotecas y similares. Pocos suelen quedar de esa época. Creo que en general siguen permaneciendo los primeros, los amigos de la niñez, aunque en mi caso, alguno de los que conocí en esa época sigue siendo muy importante en mi vida.

4. La mili y la universidad. No hice la mili, pero por lo que me cuentan, es algo parecido. Uno hace amigos inseparables, con los que tiene mucho en común y comparte cosas que con los amigos de siempre nunca podrá, porque son mundos diferentes. Unos se van antes, otros se quedan y cuando se termina, son pocos con los que se mantiene contacto. Alguna vez a alguien se le ocurre buscar los teléfonos de todos para volverse a ver muchos años después, y uno descubre que ya no tiene nada en común con esas personas con las que una noche comparte mesa y mantel, porque la vida les ha llevado por caminos muy distintos. Muy difícil conseguir una amistad auténtica en esta época, aunque reconozco que a mí sí me quedó una.

5. La época adulta. Es complicado encontrar nuevos amigos en esta época, porque es cuando todo el mundo ya tiene su vida encarrilada, muchos con familia, todo más o menos calculado y es muy complicado sacar a cada persona de ese mundo en que se encuentra asentado. Creo que a todos nos ha pasado que más o menos tenemos programada nuestra vida. Esto sólo se rompe si hay algo extraordinario que rompe esa rutina. Entonces, es posible conocer a gente nueva, aunque ya es más difícil cultivar una amistad porque ya cada uno tenemos nuestra idea de lo que eso significa y probablemente no seamos capaces de entender al otro. Si uno quiere realmente conseguir un amigo debe trabajar con más ahínco que nunca y ceder a conciencia, cosa que en otras etapas no era difícil porque salía solo al no tener la vida totalmente encauzada.

Creo que aquí está el problema que me hizo dudar. Darme cuenta de que a estas alturas de la vida hay gente que tiene una idea muy distinta a la mía sobre lo que es la amistad y lo que son los amigos. Probablemente a quien tiene ese concepto distinto al mío, le pasa lo mismo. Ese no entendimiento hace que uno se plantee si debe variar este pensamiento, pero después de mucho pensar y de tratar de ponerme en el pellejo del otro, he decidido que no, que no estoy equivocado en mi forma de pensar, y que un amigo es mucho más que ir de copas, buscar una exclusividad o cosas por el estilo.


Para mí, la amistad es un sentimiento profundo, en el que no espero nada del otro, que le quiero porque sí, sin plantearme qué razones me llevaron a elegir a esa persona. Para mí un amigo es el que está cuando me equivoco para comprenderme y ayudarme a rectificar, cuando me caigo para darme la mano y ayudarme a levantar, cuando necesito comprensión y me presta su hombro para que llore, y por supuesto, cuando estoy feliz para compartir conmigo ese momento. Y yo, como amigo, cumplir de igual manera con esa persona. La amistad no exige exclusivas, no se basa en cuatro días de cenas, chistes o canciones. La amistad se cultiva y necesita tiempo para cuajar. Una afinidad en los gustos no hace una amistad, y si uno quiere conseguirla, debe trabajar mucho para hacerla realidad.

Mis amigos, pocos pero escogidos, han estado en casi todas las etapas de mi vida, desde que era un niño hasta hoy, y aunque no nos veamos tan a menudo como nos gustaría, siempre tenemos un momento para vernos, hablar y recordar que estamos ahí para el otro. Los nombres son los mismos desde la niñez hasta hoy, y por tanto, mi conclusión es que hace falta mucho tiempo para que una buena amistad florezca y esté bien arraigada. Otra cosa es imposible.

1 comentario:

  1. Voy a eliminar dos comentarios, algo que no he hecho nunca, pero ampararse en el anonimato para insultar no lo voy a permitir.

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