Hace un par de meses la que es probablemente la estación de metro más importante de Madrid, pasó a tener un nuevo nombre. En lugar de «SOL», el dinero que una gran compañía telefónica va a aportar a las arcas de Metro de Madrid, su nuevo nombre es «VODAFONE SOL». Es el primer paso para convertir el nombre de la Línea 2 —la roja— pase a llamarse «LÍNEA 2 VODAFONE» a partir de septiembre, Un millón de euros anuales hará posible este cambio que, según el consejero de Presidencia, señor Victoria, además de reportar unos buenos ingresos a Metro de Madrid, hará que los madrileños paguemos menos... No sé si se referirá a otras cosas, pero que un viaje en metro cueste 2 euros como mínimo no me parece nada barato. A ver si según entra el dinero, nos bajan los precios de los viajes por Madrid, porque yo ya me estoy planteando volver a mis tiempos universitarios cuando no tenía un duro y me iba andando desde Atocha a la Facultad de Químicas en trayectos de ida y vuelta.
Supongo que como decía don Hilarión, los tiempos avanzan que es una barbaridad, y que debe ser muy normal que ocurran estas cosas, pero a mí no me gusta. Estamos vendiendo un nombre mítico, lugar de encuentro de madrileños y visitantes, por un miserable plato de lentejas, que seguramente no va a mejorar las condiciones, ni de instalaciones, ni de trenes, ni de horarios, ni siquiera de precio de los billetes.
La campaña publicitaria empezó con unas siluetas rojas de los jugadores de la selección española que aparecían por los pasillos que iban desde el vestíbulo hasta los andenes. A su vez, en el suelo, unas enormes pisadas, también rojas, que se supone eran de los jugadores cuyos nombres estaban al lado. El primer día que me di de bruces con estas suelas, miré al suelo mientras bajaba las escaleras y me torcí el tobillo. no llegué a caerme del todo, pero me acorde de toda la parentela de los señores de Vodafone y de los del Metro. Desde entonces le cogí manía, aunque creo que no soy el único, porque de vez en cuando aparecen arrancadas las letras de la marca publicitaria, para que sólo quede el nombre de la mítica estación por la que todos hemos pasado alguna vez en nuestra vida. Y algunos han llegado incluso a agudizar el ingenio para hacernos sonreír. No me gusta por mucho que parezca que tres millones de euros es un pastón. Mucho más es el beneficio que va a obtener la compañía telefónica a través de la cantidad inmensa de viajeros que anualmente utilizan este medio de transporte y pasan por la estación o por toda la Línea 2. Insisto en que la han vendido por un plato de lentejas, y no solo la estación, sino una parte de nuestra historia.
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