Por fin, ya lo tengo. El disco de Cecilia, la que murió soltera, demasiado joven, ya está en mis manos. Un doble CD que contiene interpretaciones en diversas emisoras de radio y televisión. Versiones de sus grandes éxitos remasterizados y con un gran sonido se mezclan con interpretaciones de temas de Simon & Garfunkel, Pete Seeger o Bob Dylan. La pequeña, la tímida Eva, nos presenta cada canción casi con un hilo de voz que se transforma en algo maravilloso cuando enfrenta las primeras notas.
Treinta y cinco años hace que nos abandonó y treinta y cinco años hemos esperado para que nos regalaran esta joya. Cuanto más la escucho más la quiero, cuanto más la escucho más la añoro porque era sólo un crío cuando ya escuchaba sus canciones con fervor y amor. Sí, amor adolescente por esa muchacha que desgranaba sus canciones sólo para mí. Y ahora la escucho cantar como nunca, y la escucho presentar sus canciones y me parece mentira que esté otra vez aquí. No, no está su cuerpo, pero si su alma me acompañó durante 35 años, ahora me acompaña también su voz nueva y tan bella como siempre o más. Ya no existe el amor adolescente, pero sí la admiración, la devoción y el cariño eterno por quien pudo ser la más grande de nuestras artistas, que se quedó soltera y también se quedó con mi corazón y el de muchos otros.
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