El 11 de septiembre de 2001 supuso un antes y un después en la historia de Estados Unidos y de Occidente en general. El terrorismo islámico asestó un golpe brutal que hizo tambalearse los cimientos de la sociedad moderna y democrática. Es posible que los atentados del 11-S nos volvieran a todos un poco más intolerantes, un poco más anti-islam. Ya no miramos al musulmán como algo exótico, sino como al enemigo que en cualquier momento puede hacernos daño sin darnos cuenta y sin que nada podamos hacer.
Fueron cerca de 3.000 víctimas mortales y la desaparición de un símbolo de prosperidad como eran las Torres Gemelas de Nueva York. Fueron millones de personas heridas en su corazón por una sinrazón que nadie lograba entender. Y después ha habido otros golpes, como los que recibimos en Madrid, en trenes llenos de personas inocentes, de todas las razas y colores, que iban a trabajar o a estudiar, porque no eran políticos, ni ricos, ni militares... eran trabajadores y estudiantes que iban como cada mañana a ganarse el pan. Y todo esto nos hizo más sensibles, y creo que también nos ha instalado en el miedo y la obsesión.
No es que el Islam, ni los musulmanes, sean el enemigo, pero sí el uso que algunos -cada vez más- radicales hacen de él. Los terroristas ganan terreno cada vez más y hay que tener cuidado con ellos. Debemos aprender a distinguir entre las personas que profesan una religión igual que hacemos nosotros con la nuestra, y los que, basándose en una interpretación errónea, parcial e interesada, pretenden acabar con las libertades en el mundo civilizado. Que el recuerdo de esas 3.000 víctimas mortales y las que vinieron después no nos haga medir a todos por el mismo rasero. Que seamos inflexibles con los terroristas y los asesinos, pero dejemos a las buenas personas que sólo pretenden vivir en paz, que lo hagan profesando su religión sin problemas. Persigamos únicamente las injusticias y la falta o pérdida de libertades, y no olvidemos jamás a los que murieron injustamente por los delirios de unos cuantos locos.
Excelente, conciliador y mesurado artículo. Estoy totalmente de acuerdo con su contenido, pero por favor, que no vengan de fuera a imponernos su cultura en detrimento de la nuestra. Nuestra cultura es la que es, y por lo menos yo, así la quiero.
ResponderEliminarPor eso te dije que leyeras "La república islámica de España" de Pilar Rahola. Ahí distingues bien qué es cultura y qué es fanatismo. La cultura musulmana no es la vejación a la mujer, ni el velo ni nada de eso. Eso son fanatismos y eso es lo que hay que combatir.
ResponderEliminarSi 10 años, pero creo que en muchos casos no se ha aprendido mucho de este desastre
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