sábado, 6 de diciembre de 2014

Treinta y seis años cumple nuestra Constitución

Hoy que está tan puesta en duda la validez de la Constitución de 1978, hoy que muchos gritan contra la corrupción y las malas artes políticas, hoy que muchos se cuestionan el modelo de estado, con intentos de secesión y con una crisis galopante que parece no acabar nunca, son ya treinta y seis años desde que los españoles nos dimos esta Carta Magna, y decidimos romper con un pasado de dictadura, ruptura e injusticias de todo tipo.

Treinta y seis años ya desde aquel 6 de diciembre de 1978 en que todos los españoles decidimos cambiar el rumbo de nuestra historia dando un paso hacia adelante, tal vez el más importante de nuestra historia reciente. Treinta y seis años y mucho que contar, mucho de lo que enorgullecerse y algunas cosas de las que sentirse avergonzados, que de todo hay en la viña del Señor. Hemos peleado contra el terrorismo, que hoy parece casi vencido, aunque nunca podemos dar por muerto a un monstruo hasta que no exhale el último suspiro. Hemos peleado contra lacras como la drogadicción, las catástrofes naturales y no tan naturales que nos han azotado y hemos demostrado ser un pueblo consciente, solidario y participativo.

Pero también hemos sufrido un deterioro de las instituciones políticas y económicas. Hemos sufrido en nuestras carnes los engaños, los delitos contra el patrimonio del país y de las personas particulares, la corrupción en general en todos los estratos de la sociedad llegando incluso a salpicar hasta a la institución número uno como es la Corona. Y eso nos está haciendo plantearnos si el modelo actual es el que debemos seguir o debemos dar un volantazo y dotar al país de un cambio radical. Que los partidos políticos al uso nos han defraudado es cierto, no lo va a negar nadie. Que aunque mantengan distancias en muchos temas, al final son tan corporativistas como en cualquier profesión, y se defienden dentro de lo que pueden hacer. Y con este panorama nos planteamos si hay que darle la oportunidad a nuevos partidos, que vienen enarbolando la bandera de la justicia y de la honestidad basándose en que ellos no han gobernado nunca en ninguna institución y asegurando que con sus políticas conseguirán sacar a España del agujero y nos harán más ricos a todos.

No sé si la solución es este cambio. Sí sé que hay que penalizar a nuestros políticos por las mil cosas que han hecho mal y por todo lo que se han lucrado en algunos casos. Pero me pregunto también si hay que cambiar una Constitución que garantiza un mínimo de derechos para todos y que, no nos olvidemos, fue fruto del trabajo de muchos que renunciaron a cuestiones fundamentales de sus ideas para conseguir que España entrase en el mundo de la modernidad y la vanguardia política y social. Creo que los cambios son necesarios, pero tal vez no en la Constitución, o si hay que cambiar algo en ella, no debe servir para radicalizar posturas y estimular la desunión. Es la sensación que me da cuando escucho a ciertas personas hablar de estos cambios. Creo que en las próximas elecciones municipales debemos dar un palo a los partidos mayoritarios, decirles que tienen que cambiar las formas de hacer las cosas y ser más transparentes, que se deben a los ciudadanos, no a sus propios intereses. Pero también creo que un cambio radical en el modelo de sociedad, ya bien adentrados en el siglo XXI no sería bueno para España ni para ningún país.

Por eso, y aunque es posible que haya que ponerla guapa, vestirla un poco mejor y darle un punto de color a las mejillas para que todos podamos seguir queriéndola, digo muy alto, tal y como se dijo aquel 6 de diciembre de 1978... ¡VIVA LA CONSTITUCION!


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