Hace ya muchos años que leí este clásico, cuando me "obligaron" en el colegio. Es evidente que la visión que uno tiene hoy en día de aquellos libros que tuvo que leer porque se lo impusieron es distinta. Por eso de vez en cuando me gusta releer alguno de ellos, sobre todo aquellos de los que, aunque recuerdo gran parte de la lectura, creo que no llegué a alcanzar una plena comprensión de lo que el autor quería contar. Así que me decidí por esta pequeña maravilla de las letras españolas.
Autor:
(de Wikipedia)

Juan Ramón Jiménez nació el 23 de diciembre de 1881 en la casa número dos de la calle de la Ribera de Moguer. Era hijo de Víctor Jiménez Jiménez, natural de Nestares, la Rioja, y de Purificación Mantecón López-Parejo, quienes se dedicaban con éxito al comercio de vinos. En 1887 sus padres se trasladan a una antigua casa de la calle Nueva y aprende primaria y elemental en el colegio de Primera y Segunda Enseñanza de San José. En 1891 aprueba con calificaciones de sobresaliente el examen de Primera Enseñanza en el Instituto "La Rábida" de Huelva. En 1893 estudia Bachillerato en el colegio de San Luis Gonzaga del Puerto de Santa María, y obtiene el título de Bachiller en Artes. Se traslada a Sevilla, en 1896, para ser pintor, creyendo que esa es su vocación. Allí frecuenta la biblioteca del Ateneo sevillano. Escribe sus primeros trabajos en prosa y verso. Empieza a colaborar en periódicos y revistas de Sevilla y Huelva.

En 1902 publica Arias tristes e interviene en la fundación de la revista literaria Helios. También abandona el Sanatorio del Rosario y se traslada al domicilio particular del doctor Luis Simarro. Ya en 1904 publica Jardines lejanos.

En Madrid, gracias a Gregorio Martínez Sierra y a María Lejárraga, conoce a una elegante y culta norteamericana, Luisa Grimm, casada con el rico español Antonio Muriedas Manrique de Lara, quien tenía intereses económicos en México. Juan Ramón Jiménez se enamora de Luisa Grimm y mantiene una copiosa correspondencia con ella entre 1907 y 1912. Grimm, gran amante de la poesía, le dará a conocer a Jiménez muchos textos líricos escritos en inglés, especialmente de autores del Romanticismo, que entonces eran poco conocidos en España. En 1912, Jiménez empieza a traducir con ayuda del institucionista Alberto Jiménez Fraud el Himno a la belleza intelectual de Shelley, que publicará en 1915. Por fin conoce a Zenobia Camprubí Aymar en 1913 y se enamora profundamente, aunque el noviazgo fue difícil. En 1914 es nombrado director de las Ediciones de la Residencia de Estudiantes por su amigo Jiménez Fraud y traduce para esta editorial la Vida de Beethoven de Romain Rolland. Hizo varios viajes a Francia y luego a Estados Unidos, donde en 1916 se casó con Zenobia. Este hecho y el redescubrimiento del mar será decisivo en su obra, escribiendo Diario de un poeta recién casado. Esta obra marca la frontera entre su etapa sensitiva y la intelectual. Desde este momento crea una poesía pura con una lírica muy intelectual. Asimismo, inicia con ayuda de su esposa el largo proceso de traducir 22 obras del poeta y Nobel indio Rabindranath Tagore. En 1918 encabeza movimientos de renovación poética, logrando una gran influencia en la Generación del 27. Del año 1921 al 1927 publica en revistas parte de su obra en prosa, y de 1925 a 1935 publica sus Cuadernos, donde se encuentran la mayoría de sus escritos. En 1930 le es presentada en un concierto la escultora y escritora Margarita Gil Roësset, amiga de Zenobia, que queda enamorada del poeta; este la rechaza y tras dos años de intentos desesperados de lograr su amor, se suicida en 1932; el hecho impresionó a Juan Ramón, quien le dedica una semblanza en sus Españoles de tres mundos. A partir de 1931, la esposa del poeta sufrirá los primeros síntomas de un cáncer que acabará con su vida.

En 1956 la Academia Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura por su obra Platero y Yo en Puerto Rico, donde ha vivido gran parte de su vida en el exilio y donde trabaja como profesor en la Universidad. Tres días después, muere su esposa en San Juan. Él jamás se recuperará de esta pérdida y permanece en Puerto Rico mientras que Jaime Benítez, rector del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, acepta el premio en su nombre. Juan Ramón Jiménez fallece dos años más tarde, en la misma clínica en la que falleció su esposa. Sus restos fueron trasladados a España.

Los temas son el amor, la realidad de las cosas... otro de sus éxitos fue Poemas májicos y dolientes, extravagante título en el que se destaca la forma personal de escribir de Juan Ramón, que siempre escribía «j» en vez de «g» antes de «e, i». Su Moguer natal fue un referente en toda su obra, fuente de inspiración y elemento de nostalgia. "Te llevaré Moguer a todos los lugares y a todos los tiempos, serás por mí, pobre pueblo mío, a despecho de los logreros, inmortal". “Te he dicho Platero que el alma de Moguer es el vino, ¿verdad?. No; el alma de Moguer es el pan. Moguer es igual que un pan de trigo, blanco por dentro como el migajón, y dorado en torno -¡oh sol moreno!- como la blanda corteza”.
La crítica suele dividir su trayectoria poética en tres etapas: sensitiva, intelectual, suficiente o verdadera.
La etapa sensitiva (1898–1916)

La primera está marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo y un Modernismo de formas tenues, rima asonante, verso de arte menor y música íntima. En ella predominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma del poeta, un paisaje que no es natural ni fruto de paseos como el de Machado, sino sometido al estatismo de un jardín interior, al intimismo de un orden. Predominan los sentimientos vagos, la melancolía, la música y el color desvaído, los recuerdos y ensueños amorosos. Se trata de una poesía emotiva y sentimental donde se trasluce la sensibilidad del poeta a través de una estructura formal perfecta. Pertenecen a esta etapa
Platero y yo, fechada por su autor en 1914, se convirtió en la obra más popular del poeta, escrita en una espléndida prosa, que suavemente lleva al lector a través de un cuidadoso retablo de imágenes poéticas que nos conducen desde la presentación de este borriquete:
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Hasta su muerte y, claro, la ascensión del pollino al cielo... de Moguer: «Platero, tú nos ves, ¿verdad?», preguntamos siguiendo la letra de Juan Ramón Jiménez.
Estío (1916) supone el cambio hacia la segunda etapa de Juan Ramón. El poeta se aleja del Modernismo en busca de una mayor depuración de la palabra. Desaparecen los ambientes nostálgicos, evocados y soñados, en favor de una realidad más concreta.
La etapa intelectual (1916-1936)
Su primer viaje a América y el contacto con la poesía en inglés (Yeats, William Blake, Emily Dickinson, Shelley) a través de su amiga Luisa Grimm y su esposa Zenobia, marca profundamente esta segunda etapa (1916 – 1936), bautizada por él mismo como Época intelectual y que le vincula a la corriente literaria del Novecentismo. Se produce un hecho fundamental: el descubrimiento del mar como motivo trascendente. El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo presente. Se inicia asimismo una evolución espiritual que lo lleva a buscar la trascendencia.
En su deseo de salvarse ante la muerte, se esfuerza por alcanzar la eternidad, y eso sólo puede conseguirlo a través de la belleza y la depuración poética. Suprime, pues, toda la musicalidad, los argumentos poéticos, la aparatosidad externa y ornamental anterior para adentrarse en lo profundo, en lo bello, en lo puro, en lo esencial.
De esta época destacan Diario de un poeta recién casado (1916), Primera antología poética, (1917), Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1917–23) y Belleza (1917–23). Con Diario de un poeta recién casado, titulado posteriormente (en 1948) Diario de poeta y mar (para incluir el segundo apellido de su esposa, Aymar), se inicia esta nueva etapa en la obra de Juan Ramón. Se trata de una poesía sin anécdota, sin los «ropajes del Modernismo», una poesía estilizada y depurada, donde el poeta admira todo lo que contempla. Este poemario surge como fruto de su viaje a América. En el Diario, Juan Ramón experimenta con los temas y las formas, y abre una nueva corriente poética, que será explotada por algunos miembros de la Generación del 27.
En Piedra y cielo (1919) el tema central es ya la creación poética: la poesía como actividad, el poema como objeto artístico y el poeta como dios-creador de un universo nuevo. Se abre así una nueva línea temática que Juan Ramón ya no abandonará: la búsqueda de la sublimación poética y la intensificación creativa de una poesía pura, esquemática.
La Estación total (1923–36). Recoge los últimos poemas escritos en España. El 22 de agosto de 1936, Juan Ramón marcha al exilio.
La etapa suficiente o verdadera (1937–1958)
En Animal de fondo el poeta busca a Dios «sin descanso ni tedio». Pero ese dios no es una divinidad externa al poeta, sino que se halla en él y en su obra («tu esencia está en mí, como mi forma»; «en el mundo que yo por ti y para ti he creado»). Ese dios al que se refiere es causa y fin de la belleza.
Dios deseado y deseante (1948–49) supone la culminación de Animal de fondo. El poeta llega incluso a identificarse con ese dios que tanto ha buscado. Un dios que existe dentro y fuera de él, un dios que es deseado y deseante.
Juan Ramón revisó concienzudamente a lo largo de su vida su obra. El poemario Leyenda (1896–1956), publicado póstumamente por Antonio Sánchez Romeralo en 1978, y en edición corregida por María Estela Arretche en 2006 (Madrid: Visor), recoge la obra poética íntegra del autor tal como éste quiso que se publicara.
Obras
Almas de violeta, 1900
Ninfeas, 1900
Rimas, 1902
Arias tristes, 1903
Jardines lejanos, 1904
Elejías puras, 1908
Elejías intermedias, 1909
Las hojas verdes, 1909
Elejías lamentables, 1910
Baladas de primavera, 1910
La soledad sonora, 1911
Pastorales, 1911
Poemas májicos y dolientes, 1911
Melancolía, 1912
Laberinto, 1913
Platero y yo (edición reducida), 1914
Estío, 1916
Sonetos espirituales, 1917
Diario de un poeta recién casado, 1917
Platero y yo (edición completa), 1917
Eternidades, 1918
Piedra y cielo, 1919
Segunda antolojía poética, 1922
Poesía, 1923
Belleza, 1923
Canción, 1935
Voces de mi copla, 1945
La estación total, 1946
Romances de Coral Gables, 1948
Animal de fondo, 1949
Ediciones recientes[editar · editar código]
Cuadernos, F. Garfias, Madrid, Taurus, 1960
Diario de un poeta recién casado, A. Sánchez Barbudo, Barcelona, Labor, 1970
Animal de fondo, A. Crespo, Madrid, Taurus, 1981
Antología en prosa, A. Crespo, Madrid, Taurus, 1981
Arias tristes, A. de Albornoz, Madrid, Taurus, 1981
Poesía. Edición del Centenario, 20 vol., Madrid, Taurus, 1982
Elegías, F. Garfias, Madrid, Taurus, 1982
Espacio, A. de Albornoz, Madrid, Taurus, 1982
Eternidades, V. García de la Concha, Madrid, Taurus, 1982
La realidad invisible, A. Sánchez Romeralo, Londra, Taurus, 1983
Antología poética, A. Crespo, Barcelona, Seix Barral, 1985
Guerra de España, A. Crespo, Barcelona, Seix Barral, 1985
Selección de poemas, G. Azam, Madrid, Castalia, 1987
Ideología, A. Sánchez Romeralo, Barcelona, Anthropos, 1990
Platero y yo, M. P. Predmore, Madrid, Espasa-Calpe, 1992
Cartas. Antología, F. Garfias, Madrid, Espasa-Calpe, 1992
Antología poética, J. Blasco, Madrid, Cátedra, 1993
Segunda antología poética (1898-1918), J. Urrutia, Madrid, Espasa-Calpe, 1993
Libros de Madrid, AS. Robayna, JLL. Bretones, F. Utrera, Madrid, HMR, 2001
Dios deseado y deseante (Animal de fondo), J. Llansó, Madrid, Akal, 2009
Idilios, 98 poemas (38 inéditos); prólogo de Antonio Colinas, introducción, edición y estudio de Rocío Fernández Berrocal; La Isla de Siltolá, 2013
Datos técnicos:
Autor: Juan Ramón Jiménez
Editorial: Anaya
Encuadernación: tapa blanda
Páginas: 232
Fecha de publicación: 2005
ISBN: 9788420726366
Precio: 8.50 euros
Sinopsis:

En plena época modernista, Juan Ramón Jiménez supo crear, con un lenguaje exquisito y a la vez sencillo, lleno de hermosas metáforas y de elementos visuales, un mundo de relaciones con las cosas más cotidianas y diminutas para realzar sus valores más mínimos. Y, en medio de ese diálogo entre el poeta y el mundo, convierte a Platero en figura mítica de delicadeza y sensualidad pura.
Mi opinión:
Como decía más arriba, quería leer este libro como adulto, ya que cuando don Federico, mi maestro de entonces, nos lo mandó leer, lo hice con ojos de niño, con pensamientos de niño. Y claro, Juan Ramón Jiménez no escribía para niños. Él era un poeta y escribía versos, aunque en esta ocasión fuera una prosa lírica maravillosa. Y es ahora, al releer treinta y tantos años después Platero y yo, cuando encuentro cosas que entonces no pude encontrar, entre otras cosas porque era imposible que un niño lo hiciera.
En realidad, con esta magnífica prosa poética, Juan Ramón Jiménez habla de la vida, de lo cotidiano, de lo que ocurre a diario, y además, esconde en tan hermosas palabras una sutil crítica social. En efecto, un niño puede leer este libro y quedar encantado, maravillado y pensando en que es un simple canto al amor por los animales, pero no, no es solo eso, sino que el autor revela sus pensamientos sobre temas sociales con los que no comulga.
Una magnífica obra que merece la lectura de los niños y de los adultos. Y os anima a quienes lo leísteis como yo siendo un niño, a que volváis a sumergiros en sus páginas ahora, con la experiencia que dan los años, para conocer esa otra intención que tuvo el autor y que, evidentemente, no podíamos comprender entonces.
Gazapos, errores y otras cosas:
Salvo lo que ya sabéis que de de vez en cuando cambiaba "g" por "j" de manera intencionada, no hay nada que destacar en este aspecto. Pero a un Premio Nobel como él, y con su trayectoria, si todo el mundo se lo ha perdonado, yo no podría ser menos...
Precisamente estos días de atrás he estado buscándolo por las librerías, porque la edición que tengo en casa es antigua y está desgastada (a parte de no ser mía), y me ha sorprendido lo difícil que es encontrarlo. O eso o no sé buscar. Pero digo yo que en el orden alfabético por autores...
ResponderEliminarLa verdad es que tengo un cariño especial a este autor porque fue el que elegí para un trabajo que nos mandó la profesora de literatura en el colegio, y siempre pienso que fue una buena elección.
No sé con qué edad lo leí; ni muy pequeña, ni muy mayor. Pero sí es un libro para releer y mi referente en cuanto a prosa. Y es que puede disfrutar de ella independientemente de la historia. No soy muy de poesía pero en determinados momentos me apetece prosa poética.
Besos.
Realmente uno de los grandes de las letras españolas y una obra maestra. Gracias y besos.
Eliminar