Ya leí este libro hace muchos años, ya que fue uno de los obligatorios en mi etapa escolar, pero para reseñarlo tenía que leerlo de nuevo, y es lo que he hecho estos días de descanso navideño. He descuidado un poco mi compromiso de leer y releer más clásicos y debía resarcirme de alguna manera. Creo que ha sido una buena idea volver al colegio y a la buena prosa de don Pío Baroja.
Autor:
Pío Baroja nació en San Sebastián y vivió, durante casi toda su vida, en Madrid. Allí estudió Medicina y se doctoró con una tesis sobre El dolor. Su ejercicio como médico fue breve, en Cestona. Vuelve a Madrid donde entra en contacto con escritores como Azorín, Maeztu,. que le llevan a entregarse a la literatura, su gran vocación.
Publica sus primeros libros en 1900 tras una serie de colaboraciones en diarios y revistas. Sigue una etapa de intensa labor que conjuga con viajes por España y Europa. En 1911 publica "El árbol de la ciencia". Hasta entonces había publicado ya, además de cuentos, artículos y ensayos, diecisiete novelas que constituyen lo más importante de su producción. Su fama se consolida y su vida se consagra a escribir volviéndose cada vez más sedentaria. En 1935 ingresa en la Real Academia. Durante la Guerra Civil pasa a Francia, pero en 1940 se instala de nuevo en Madrid. Muere en 1955.
Fue un solitario; él mismo (en "Juventud, egolatría") se incluye entre quienes están, en cierto modo, "enfermos" por tener más sensibilidad de la necesaria. Más adelante insiste en esto desde otro ángulo: sabido es que su timidez y su espíritu de independencia, más aún que su misoginia, le hicieron rechazar el matrimonio, a la vez que fustigaba el recurso a la prostitución. Optó por una autorrepresión a la que él mismo atribuye un "desequilibrio" y un talante de "hombre rabioso". Todo esto se plasma en un radical pesimismo sobre el hombre y el mundo: "la vida es esto, crueldad, ingratitud, inconsciencia, desdén de la fuerza por la debilidad", para él el hombre era egoísta, cruel y brutal. Y sin embargo, Baroja escondía otra cara más oculta, la de un hombre compasivo y tierno con los desvalidos y marginados, un sentimental necesitado de cariño, hipersensible ante el dolor y la injusticia que sentía una inmensa ternura por los seres desvalidos o marginados. Así se observa continuamente en su obra. Le caracteriza además una absoluta sinceridad: Baroja no quiere engañar ni engañarse (ya hemos visto cómo habla de sí mismo). Tal fue el código moral que aplicó hasta la exasperación, de ahí la fama de hosco y de individualista intratable que tuvo entre quienes no supieron ver el fondo desolado de su alma.
La ideología de Baroja hay que considerarla de forma inseparable de su temperamento. Las ideas sobre el hombre y el mundo que se desprenden de sus obras se inscriben a la perfección en la línea del pesimismo existencial.
Es característico de Baroja su radical escepticismo religioso, social, económico. y llegaría a decir: "No existe verdad política y social. La misma verdad científica, matemática, está en entredicho, y si la Geometría puede tambalearse sobre las bases sólidas de Euclides, ¿qué no les podrá pasar a los dogmas éticos de la sociedad?". Son palabras reveladoras del desvalimiento espiritual propio de la crisis de principios de siglo.
Para Baroja el mundo carece de sentido, la vida le parece absurda y no alberga ninguna confianza en el hombre. Esta concepción hunde sus raíces en Schopenhauer, el filósofo más leído y admirado por Baroja, y se refleja en sus obras y personajes.
Su ideología política está marcada por el mismo escepticismo. Pese a sus contactos juveniles con el anarquismo, lo que realmente le atraía del mismo era la rebeldía, el impulso demoledor de la sociedad establecida. Rechazaba el comunismo, el socialismo y la democracia y pronto se encerró en un radical escepticismo y llegó a proclamarse partidario de una dictadura inteligente. En medio de estas ideas tan contradictorias, quizá la definición más apropiada sería la de "liberal radical". Volvemos a su individualismo y a su nula confianza en un mundo mejor. De su sedicente anarquismo sólo queda la postura iconoclasta. De ahí que sus personajes preferidos sean los inconformistas.
Pío Baroja afirmaba que la novela era una especie de cajón de sastre en el que todo cabía; que no era necesario un planteamiento previo, sino que lo más importante era la naturalidad conseguida mediante la espontaneidad a la hora de escribir. Esta es la impresión superficial que producen muchas de sus novelas: episodios y acontecimientos puestos unos detrás de otros, anécdotas, divagaciones y digresiones, multitud de personajes ocasionales,. En realidad, no era tan espontáneo como él afirmaba; sí se preocupaba de la construcción narrativa y, en general sus novelas tienen una sutil línea estructural, de características muy sui generis.
La técnica narrativa de Baroja es sobre todo realista, basada en la observación de ambientes, situaciones y personajes de la vida real, pero vistos a través del particular subjetivismo del autor, lo que confiere a su obra un carácter impresionista.
En cuanto a los personajes, los protagonistas, sobria pero certeramente delineados, suelen ser seres marginales o enfrentados a la sociedad, a veces, cargados de frustración y otras lanzados a la acción. Como ya hemos dicho, las novelas de Baroja están pobladas por multitud de personajes secundarios, apenas caracterizados, que entran y salen sin previo aviso, pero que aportan con su presencia la misma impresión de variedad que se encuentra en la vida.
Se le ha criticado su estilo, a veces desaliñado o descuidado e incluso incorrecto. La verdad es que posee - con algún altibajo no significativo - una prosa clara, sencilla y espontánea, antirretórica, como era el ideal de todos los miembros de su generación, con abundancia de frases cortas y muy expresivas. Hay que destacar las descripciones líricas con las que Baroja, frecuentemente, remata largos pasajes narrativos y en las que condensa brevemente el ambiente y la impresión de lo narrado.
Pío Baroja fue el más importante novelista contemporáneo por sus extraordinarias dotes de narrador. Su influencia posterior ha sido enorme y los novelistas de la posguerra siempre le reconocieron como su maestro. Fue un escritor fecundísimo. Sus novelas son más de sesenta. Él mismo agrupó muchas de sus novelas en trilogías (34), pero estas clasificaciones, con alguna excepción, frecuentemente carecen de relación entre las obras que las integran. Hay que destacar las distintas trilogías:
- "Tierra Vasca" formada por "La casa de Aizgorri" (1900), el "Mayorazgo de Labraz" (1903) y "Zalacaín el aventurero" (1909) Esta última es un ejemplo de la novel de acción de Baroja. Narra, animada y ágilmente, la vida del vasco Martín Zalacaín: su infancia y aprendizaje para la vida, las trepidantes aventuras de contrabandista, su antagonismo con Carlos Ohando, el amor y la muerte trágica, todavía joven, y el halo de héroe popular creado en torno suyo.
- "La lucha por la vida": "La busca" (1904), "Mala hierba" (1904) y "Aurora Roja" (1905). La primera es para muchos la obra más intensa del autor: Cuenta la historia de un muchacho, Manuel, que, venido de un pueblo a Madrid, va pasando por diversos ambientes y oficios hasta terminar en los suburbios de la ciudad, entre mendigos, golfos y vagos, al borde de la delincuencia. Baroja, con intención social testimonial, pinta descarnada y sombríamente, las clases medias bajas y, particularmente, los estratos más miserables de la sociedad madrileña de finales y comienzos de siglo: cuadros de ambiente, tipos de toda calaña - pícaros, prostitutas, criminales, proletarios - , la mendicidad y la miseria; y en medio, Manuel, que por su falta de voluntad y por la total desorganización social, se va degradando cada vez más, aunque no definitivamente, en la difícil lucha por la vida.
- "La raza": A ella pertenece "El árbol de la ciencia", "La dama errante" y "La ciudad de la niebla".
"El árbol de la ciencia" es una novela típicamente "noventayochista", en cuanto que refleja la crisis existencialista vital del inadaptado protagonista, Andrés Hurtado, sus disquisiciones pesimistas, las dolorosas experiencias que le conducen al suicidio, le dan pie a Baroja para realizar una feroz crítica de la sociedad española de su tiempo. En esta novela hay abundantes aspectos de la vida del propio Baroja.
Además escribió cuentos, novelas cortas, libros de viajes, biografías, ensayos, ... Resultan también destacables sus Memorias, tituladas "Desde la última vuelta del camino", siete volúmenes que constituyen un importante testimonio de la personalidad del autor y un excepcional panorama de toda una época.
Datos técnicos:
Colección: Historia de la Literatura nº 71
Autor: Pío Baroja
Editorial: RBA Editores S. A.
Encuadernación: Tapa dura
Tamaño: 13 x 21 cm
Páginas: 206
Fecha de publicación: 1909, 1995 esta edición
ISBN: 8447303799
Precio: 995 pesetas
Sinopsis:
Compendio de los héroes barojianos que hacen de la acción el eje de su existencia, Zalacaín el Aventurero (1909) se caracteriza por su voluntad enérgica, desprovista de motivaciones ideológicas, su amor por el peligro y su capacidad para salir triunfador en la lucha contra la adversidad y el destino. Situada en el marco histórico de la última guerra carlista, en ella las aventuras se suceden con rapidez cinematográfica y prevalecen de largo sobre las teorías y la reflexión. De capital importancia en la visión del mundo de su protagonista es el viejo Tellagorri, vagabundo astuto y vividor, antisocial y anarquista, quien le transmite su amor por la naturaleza y le enseña a ser fuerte por encima de todo.
Un buen resumen de la obra, aquí.
Mi opinión:
¿Qué decir? Pues que según iba recorriendo las páginas, los lugares y las aventuras de Zalacaín, recordé a don Federico, mi maestro de la escuela, del que en alguna otra entrada ya os he hablado. La lectura de este libro me ha hecho recordar los buenos momentos, las tardes que pasé entre sus páginas y las de otros y que me hicieron coger este maravilloso "vicio" que es la lectura.
La prosa cuidada, muy directa como en todos los autores de la Generación del 98. El estilo muy "vasco", muy comprensible, como en todos los autores de esta generación. Una de las obras ideales para que los chavales empiecen a leer cosas serias. Don Federico acertó, y creo que cualquier maestro lo hará si a los chicos de hoy les hace leer esta magnífica novela.
En cuanto a la trama, muy de Baroja, con aventuras, emoción, pinceladas de amor y amistad, pero sobre todo, mucho ritmo. Los capítulos cortos y las aventuras que, aunque están enlazadas, en muchos casos son independientes, hacen que el libro se lea en muy poco tiempo. En definitiva, magnífica y maravillosa lectura para los ratos de ocio. Recomendada para casi todos los públicos.
Y me salto el capítulo de erratas, fallos ortográficos y similares, porque la realidad es que no existen. El propio autor es el mejor corrector de estilo y no necesita más que de su genio y su trabajo para escribir una novela imponente. Esto es lo que me gustaría encontrar en cada libro que leo, pero...
Años hace que no leo nada de Baroja. La verdad es que sólo he leído un libro, El árbol de la ciencia, y me gustó mucho, pero no he vuelto a leer nada de este gran autor. A ver si este año consigo hacerle hueco. Buena reseña!
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias, Margari. A mí es que la Generación del 98 me entusiasma especialmente, aunque curiosamente sean dos autores de la Generación del 27 los que tal vez ocupan en mi lista de preferidos los dos primeros o dos de los tres primeros puestos: Hernández y García Lorca...
EliminarSiempre es un autor que he querido leer, no me lo mandaron en clase en su día y le tengo ganillas =)
ResponderEliminarBesotes
Pues anímate con él, seguro que te va a gustar. Besos... ;)
EliminarLeí conjuuntamente con los compañeros de clase "Zalacaín el aventurero" cuando iba a 8º de EGB y recuerdo que me gustó. Hace tantos años que tendría que releerlo para opinar. Algún día me animaré.
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