jueves, 24 de noviembre de 2011

El genio de Zanzibar, Freddie Mercury, hace 20 años que se fue

Siempre recuerdo aquel megaconcierto benéfico, televisado para todo el mundo, que se celebraba a la vez en Nueva York y Londres. Recuerdo los grandísimos grupos que participaron en el evento. Músicos virtuosos, reconocidos, que vendían cientos de miles de discos, y a los que la gente aplaudía a rabiar. Y recuerdo como a eso de las cuatro de la tarde apareció en el escenario Dire Straits, en su mejor momento, cuando sólo decir su nombre era motivo de veneración. Maravilloso directo, la gente aplaudía y cantaba las canciones. Mark Knopfler, uno de los mejores guitarristas del mundo daba esplendor a un concierto ya enorme...

Pero media hora más tarde apareció sobre el escenario de Wembley un tipo delgado, creo recordar que vestido enteramente de blanco, y levantó un puño al cielo londinense. El estadio entero se vino abajo. No era una ovación, era veneración, adoración pura a un genio de la música que con un solo gesto, sin empezar a entonar la primera nota, había conseguido mucho más que todos los demás. Y es que Freddie Mercury era así, era un genio y como todos los genios jamás pasa desapercibido, no hay medias tintas, se le quiere o se le odia, aunque por fortuna, en este caso, se le quiere muchísimo más. Por eso Londres, Nueva York y todo el mundo que lo vimos por televisión nos rendimos a sus pies, si no lo estábamos ya antes. Y no es que Dire Straits fuera "peor" que Queen, ni que Mark Knopfler sea "peor" músico que Freddie Mercury. Técnicamente puede que sea mucho "mejor", pero le falta eso que tenía el de Zanzibar, ángel, carisma, genio...


Por desgracia, nos dejó hace veinte años ya. Muchos años privados de sus conciertos, de nuevas canciones que podría habernos regalado, pero que le han convertido en un mito. Nos queda su música, nos quedan sus discos y siempre podremos seguir escuchándole y recordándole. 

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