Hoy ha llegado la noticia que no por esperada, no es más triste. Don Alfredo Di Stéfano «la saeta rubia» ha fallecido a los ochenta y ocho años de edad. El más grande futbolista de todos los tiempos, el más completo, el más fuerte y el más trabajador.
Se habla de otros jugadores, Pelé, Cruyff, Maradona, Messi, Eusebio..., pero ninguno de ellos tuvo la polivalencia de don Alfredo. Era el futbolista total, un jugador capaz de cortar un balón en su área, organizar el contraataque y finalmente culminarlo en gol. Un jugador diferente a todos, no por las filigranas, no por las virguerías con el balón en los pies, sino por su hambre de fútbol.
Y muchos me dirán que no tengo edad para verle en directo. Se hacen encuestas y la gente habla de otros jugadores que están en activo o han colgado las botas hace poco tiempo. Yo respeto a todos esos jugadores, como Messi, Zidane, Maradona o Ronaldo. Pero ninguno de ellos se le parece ni remotamente. Porque cierto es que no le vi jugar en directo ni por la tele. Cuando él lo hacía sólo se podían ver los resúmenes del NODO y poco se podía ver. Sin embargo, con el tiempo he conseguido algunos partidos completos y ahí he podido comprobar la grandeza de un futbolista diferente a todos, capaz de hacer todo lo que se puede hacer sobre un campo de juego, menos parar, porque no se lo propuso seguramente.
Fue muy grande como futbolista, con cinco copas de Europa como mayor logro entre muchos otros títulos. También fue un notable entrenador, responsable en gran medida de la llegada de la famosa «quinta del Buitre» al primer equipo del Real Madrid. Y en los últimos tiempos ejerciendo como presidente de honor de su Real Madrid, ha dado la alternativa a todas las estrellas que han llegado al club. Toda una vida de blanco, de madridista, de futbolista grande, el más grande.
Descanse en paz, don Alfredo, y que allí donde vaya, nunca le falte un balón. ¡Hasta siempre, viejo!
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