Algunos ensayos he leído del que fuera presidente de la República durante la guerra civil, y hacía años que tenía esta novela en casa, pero no se me había ocurrido leerla. Hasta hace unos días. Al igual que en los ensayos, se ve el gran orador que fue.
Autor:
Manuel Azaña (Manuel Azaña Díaz; Alcalá de Henares, Madrid, 1880 - Montauban, Francia, 1940) Político español, presidente de la Segunda República. Procedente de una familia liberal, Azaña estudió Derecho en Zaragoza y Madrid, doctorándose con una tesis sobre La responsabilidad de las multitudes; entró por oposición en la función pública (1910); y completó su formación con una beca de la Junta para Ampliación de Estudios en París en 1911-12. Su actividad intelectual le llevó a la secretaría del Ateneo de Madrid, puesto que ocupó entre 1913 y 1920; su interés por los asuntos militares se inició al ser comisionado por el Ateneo para visitar los frentes de la Primera Guerra Mundial en Francia e Italia (1916).
En 1913 ingresó en el Partido Reformista de Melquiades Álvarez y participó con Ortega y Gasset en la fundación de la Liga de Educación Política; en 1918 fundó la Unión Democrática Española; pero fracasó en sucesivos intentos de ser elegido diputado en las Cortes de la Restauración (1918 y 1923). Se apartó temporalmente de la política para dedicarse al periodismo, primero como corresponsal en París (1919-20), luego al frente de La Pluma (1920-23) y finalmente como director de la revista España.
Bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera abandonó el Partido Reformista y se declaró partidario de la República, fundando Acción Republicana (1925); al mismo tiempo, crecía su prestigio intelectual, con la publicación de obras como El jardín de los frailes o Ensayos sobre Valera. En 1930 accedió a la presidencia del Ateneo y, ya como figura de alcance nacional, participó en el Pacto de San Sebastián para derrocar a la monarquía.
Al proclamarse la República española (14 de abril de 1931), Azaña se integró en el gobierno provisional como ministro de la Guerra. Participó activamente en las Cortes constituyentes. Y asumió la Presidencia del Consejo de Ministros cuando las discrepancias sobre las relaciones Iglesia-Estado llevaron a Niceto Alcalá Zamora a abandonar el gabinete.
Como jefe de un gobierno formado por socialistas y republicanos de izquierdas (1931-33), Azaña impulsó un amplio programa de reformas: secularizó la vida pública (legalizando el matrimonio civil y el divorcio), reformó el ejército, puso en marcha una reforma agraria y concedió la autonomía a Cataluña. Todo ello le enfrentó con las fuerzas conservadoras, pero no fue suficiente para asegurarle el apoyo del movimiento obrero, en un momento en que la depresión económica mundial agudizaba las dificultades; desprestigiado por la represión armada de un levantamiento campesino en Casas Viejas (Cádiz), hubo de dimitir y perdió las elecciones de 1933, que dieron el gobierno a la derecha.
En 1934 fusionó su partido con los radicales de Marcelino Domingo, formando Izquierda Republicana (1934), partido con el cual realizó una efectiva campaña de oposición al gobierno. La ascensión de Gil Robles al poder, interpretada como el triunfo del fascismo en España, le llevó a participar primero en la fracasada Revolución de Octubre de 1934 (por lo que pasó algún tiempo en prisión) y a integrarse después en un Frente Popular con todas las fuerzas de izquierdas.
El triunfo de dicha formación en las elecciones de febrero de 1936 devolvió a Azaña a la jefatura del gobierno y le promovió después a la Presidencia de la República (mayo). Enseguida retomó el programa reformista del primer bienio republicano, pero apenas tuvo tiempo de desarrollarlo, por el golpe de Estado que, a partir de julio, dio paso a la Guerra Civil (1936-39).
Azaña se fue quedando progresivamente aislado, sin capacidad para mantener la unidad y el orden en el bando republicano, ante el radicalismo y los conflictos internos de las organizaciones obreras. Refugiado en su papel de intelectual, se permitió reflexionar sobre la guerra en La velada en Benicarló (1937); y defendió la conveniencia de acelerar un final negociado de la contienda, ante la perspectiva inexorable de la derrota (lo cual le enfrentó con Negrín). Perdida la guerra se exilió en Francia y renunció a la Presidencia (1939).
Datos técnicos:
Autor: Manuel Azaña
Editorial: El País
Colección: Clásicos del siglo XX
Encuadernación: Tapa dura
Dimensiones: 12.5 x 20.5 cm
Páginas: 170
Fecha de publicación: 1927 (2003 para esta edición)
ISBN: 9788489669932
Precio: 6.00 euros
Sinopsis:
El jardín de los frailes, de Manuel Azaña, absorbe los mejores valores literarios de un subgénero, como es el de la novela autobiográfica de colegio, cultivado con profusión por la generación novecentista. Por un lado, hay tratamiento flexible del modelo de novela de formación, con derivación hacia la de artista. Hay además conformación de un cuerpo pedagógico al modo del tratado o de la novela de instrucción. E, incluso, pintura de tipos y anécdotas colegiales. Todo ello bajo la responsabilidad narrativa de un «yo» que indaga, más que en otras novelas de la serie, en las claves culturales del país.
Mi opinión:
Me costó meterme en el libro, la verdad. El lenguaje, muchas veces con vocabulario rebuscado y la seriedad con que trata el tema de su relación con los frailes en el colegio, hace que sea un libro de difícil lectura, al menos al principio. Una vez metidos en harina, empieza a enganchar más y lleva al lector y su interés hasta el final.
Sobre todo, me ha gustado la precisión en la descripción de los personajes. No necesita muchas palabras para darnos una idea de cada uno de ellos, tanto física como de personalidad. Y por supuesto, cómo pone en su justo valor la educación recibida. No es un libro apto para todos los públicos, pero sí nos descubre al Azaña novelista, tal vez separado del Azaña político.
Errores, gazapos y otras cosas:
Nada que decir
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