Al final se consumó la catastrófica temporada del Real Madrid con la derrota en la final de la Copa del Rey. Todo lo que ha pasado durante los últimos meses no podía llevar a otro final más que a este, y los madridistas nos hemos vuelto a quedar con un palmo de narices. Un año más sin títulos –la Supercopa es un torneo veraniego y no debería contar como tal- y la plantilla divorciada de su entrenador, cuyo ego no le permite dar su brazo a torcer en ninguna situación, y que ha permitido que el equipo acabe la temporada desorientado y sin saber cómo resolver los problemas.
había culpado de todos los males –sólo le faltó echarles la culpa de matar a Manolete-, y en los últimos partidos, no sólo mantuvo alejado del once a Casillas, sino que se “cargó” a Pepe por defender a su compañero. Ni siquiera los portugueses estaban ya con el entrenador en los últimos tiempos, y él se dedicó a ignorarlos en los entrenamientos y ni siquiera fue capaz de salir del banquillo en los partidos para dar instrucciones. Visto lo visto, el club debe tomar medidas desde ya y anunciar que este señor, por muy buen entrenador que sea, no puede seguir ni un minuto más al frente del equipo.
La final fue un reflejo de lo que ha sido la temporada del Madrid, y aunque reconozco que delante del televisor me vuelvo un forofo que grita, insulta a rivales y a árbitros, una vez analizada la situación en frío, no quiero poner paños calientes. Cierto es que el señor Clos Gómez permitió la excesiva dureza de los jugadores atléticos que acribillaron a patadas a Cristiano Ronaldo sin que el trencilla fuera capaz de parar esta situación. Sin embargo, un profesional como Cristiano Ronaldo no puede ni debe entrar en estas provocaciones y ser él quien acabe expulsado por la impotencia. La diferencia, de todos modos, es que en esta “batalla”, un ejército tuvo un general y una idea y el otro ni tuvo general ni tuvo idea. Por mucho que el segundo tenga más prestigio que el primero, si se ausenta de su puesto, los soldados no sabrán a qué atenerse en la lucha… Con todo esto, el resultado, más allá de los balones a los palos, la justicia u otras cuestiones, fue el lógico.
Por lo demás, felicitar al Atlético de Madrid por su triunfo, acabar la temporada como buenamente se pueda, y esperar que la temporada que viene, espero que ya sin el entrenador portugués en el banquillo, sea mejor que las tres que hemos pasado con él. Que le vaya bonito en el Chelsea o donde quiera que vaya, pero que nos deje en paz a los madridistas de una vez por todas.




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