No era Fignon santo de la devoción de muchos, confieso que mío tampoco, por su forma de ser y actuar como ciclista, pero los grandes campeones tienen estas cosas, y en muchos casos, la humildad no es precisamente una de las virtudes que les adornan. De todos modos, disfruté con él como con tantos otros y creo que merece el pequeño homenaje que desde aquí le hago. Descanse en paz.
martes, 31 de agosto de 2010
Laurent Fignon. La muerte de un grande
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario