sábado, 6 de febrero de 2010

¡Ay, don Federico!

Don Federico era mi maestro en los últimos años de escuela, de sexto a octavo de EGB, él y don Manuel, "el Bola", se repartieron las asignaturas de nuestra educación, a mediados de los setenta. Hombre chapado a la antigua, tuvo 5 hijos, todos varones, y cuando acabé el colegio todavía seguía insistiendo para conseguir tener una niña.

Pues bien, Don Federico, tan de derechas él, tan bien vestido él, y tan bien hablado él, nos contaba unas batallitas que, como podréis comprender, a chavales de 12 ó 13 años, se nos grababan a fuego, y nos las creíamos a pies juntillas. Fueron, tanto él como todos los demás que tuve en aquella época, buenos maestros en cuanto al contenido de las asignaturas que impartían, pero, tal vez inconscientemente, trataron de dejarnos una huella ideológica bastante arcáica. Por suerte, cada uno hemos elegido nuestro camino y todo aquello queda en simple anécdota. Don Federico nos contaba cosas como que cuando perdía un atleta soviético lo mandaban a Siberia o le daban una paliza. Todo lo "rojo" era malo y todavía recuerdo su cara en los días siguientes a la muerte de Franco.

Y todo esto viene a cuento porque el otro día hablaba con mi sobrina sobre una serie de poemas que tenía que leer en el instituto, entre ellos algunos sonetos, y recordé esa perla de Lope de Vega, que seguramente todos hemos leído y comentado alguna vez, que aparece en su obra teatral "La niña de plata" (1617) y que empieza con "Un soneto me manda hacer Violante...". La historia que nos contó don Federico para este soneto fue que era Lope de Vega un niño cuando una noble llamada Violante le mandó escrihir un soneto, y que el maestro, un genio desde tierna edad, parió la maravilla que todos conocemos, causando gran enfado en la noble. El caso es que durante un par de años me creí la historia, hasta que en segundo de BUP volvimos a la literatura y conocimos la verdadera historia. Y fue una de esas veces en las que, como hoy en este pequeño escrito, pensé en voz alta, y casi grité: ¡Ay, don Federico!

La realidad es que la tal Violante es tan ficticia como todos los personajes de la obra de Lope de Vega, y que el soneto es una forma de explicar cómo se construye uno. Una bonita forma de enseñar a los niños a escribir sonetos, aunque sea difícil alcanzar la brillantez del gran autor español del Siglo de Oro. Y aquí tenéis la joya:

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.




Y como regalo os dejo otra obra maestra de Lope de Vega:

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suáve,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.






3 comentarios:

  1. ¡¡Si ,yo digo lo mismo¡¡qué maestros aquellos!! Pero ahora también hay muy buenos maestros aunque algunos piensen lo contrario

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