Todo se acaba, y si es lo bueno, parece que dura menos. Es lo que ha pasado con mis vacaciones, que parecía iban a durar mucho y casi sin darme cuenta ya tengo que volver a madrugar y a la cruda realidad de los números, las gestiones, el teléfono, las visitas... Y siempre que llega el final de mis vacaciones estivales me viene a la cabeza una canción que no paro de tararear durante los últimos días. Aquí la dejo como recordatorio de que a cada cerdo le llega su San Martín, o a cada período de vacaciones su final...
¡En fin! Mañana más, aunque ya no esté de vacaciones... ¡snif!
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