Derbi es la castellanización de la palabra inglesa "derby". En su principal acepción se refiere a una carrera de caballos de tres años o más, que se celebra anualmente. Hay unas cuantas carreras de caballos importantes en Gran Bretaña y Estados Unidos, como el de Ascott o el de Kentucky.
Y en fútbol se llama derbi al partido que se disputa entre dos equipos de la misma localidad, o al menos esa es la esencia, aunque en la definición del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua Española se amplía la definición a un partido entre dos equipos cuyas aficiones tienen una gran rivalidad. En la acepción original, un derbi sería un partido entre, por ejemplo, en Inglaterra, Everton y Liverpool, Chelsea y Arsenal. En Italia, un partido Inter-Milan, o un Roma-Lazio o un Torino-Juventus. En España, un verdadero derbi sería un Betis-Sevilla, Español-Barcelona o Real Madrid-Atlético de Madrid. Y aunque en la acepción del DRAE se amplíe a un Real Madrid-Barcelona, el derbi auténtico de la capital de España es el que se celebró anoche. O debería haberlo sido, porque me fui a ver el partido al bar de costumbre, y con la incertidumbre y los nervios habituales, para darme cuenta nada más empezar de que aquello no era derbi ni era nada. El Madrid, un equipo vago y acomodado que pensaba ganar con el escudo, y el Atlético, un equipo menor, que no tiene ningún interés por los partidos ligueros y que se presentaba a 34 puntos de líder, que se encontró con un gol nada más empezar el choque y se lo creyó, se plantó más o menos bien en defensa, y con un rival que no estaba ni se le esperaba, parecía que se podría llevar los tres puntos. Sin embargo, en el descanso algo debió pasar en el vestuario de los merengues. Supongo que fue una "raulina" o una "Gutina" -no me imagino al "enterrador" Pellegrini dando un puñetazo en la mesa y echando una bronca a los jugadores- que hicieron mella en los jugadores blancos y salieron con algo más de interes, que no juego. En 13 minutos habían marcado 3 goles y habían hundido al Atlético en sus miserias una vez más. Después, más de lo mismo, el Madrid se volvió a acomodar, volvió a ser el equipo vago e indolente del primer tiempo, y tras un par de errores tontos, metieron al Atlético en el partido con un penalty. Finalmente, le dieron el balón y en los minutos finales los atléticos estuvieron a punto de emptar un partido que tenían perdido, pero como físicamente estaban reventados, no pudieron conseguirlo.
Me gustan los derbis, pero los de verdad, no lo de anoche, y espero que, en la nueva acepción de la palabra, el que tendremos dentro de dos semanas entre los dos primeros de la Liga, nos deparen más emoción, más fútbol, y por supuesto, una victoria del Madrid, que para eso uno nació blanco...
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