Treinta y cinco años ya desde la muerte de Franco. Casi tanto tiempo como el que estuvo en el poder tras acabar la guerra civil. Curiosamente, muchos de los que hoy se manifiestan en la Plaza de Oriente o en otros lugares no vivieron la guerra civil, e incluso bastantes de ellos ni siquiera vivieron el franquismo, probablemente ni lo rozaron.
Pero todavía hay nostálgicos de un régimen que mantuvo a España aislada del mundo durante mucho más tiempo del que fuera deseable siguen manifestándose -no recuerdan que lo que hacen hoy no podían hacerlo entonces- y nos recuerdan aquello de "con Franco se vivía mejor". No cabe duda de que en una España sin recursos, todo era mucho más barato -los sueldos también- y nuestros padres pudieron comprarse un piso sin tener que hipotecarse durante cuarenta años, y algunos se compraron un 600 para de vez en cuando ir a la playa, pero no es menos cierto que pasaron hambre, calamidades, y no pudieron ofrecernos lo que hoy ofrecemos a nuestros hijos con tanta naturalidad. Y no es que entonces no hubiera consolas, ni ordenadores, ni otros muchos aparatos electrónicos, que no los había, pero es que no podían permitirse que los Reyes Magos nos trajeran un juguete, y mucho menos dos. Debíamos ingeniárnoslas para construir nuestros propios juguetes y echarle imaginación al asunto. Hoy, sin embargo, nuestros niños reciben, cada uno, el cargamento que los Magos de Oriente dejaban en un barrio entero, y además, hemos adoptado como propio al nórdico Papá Noel para que nuestros niños tengan más y más cosas. Y eso con Franco no pasaba, ¿verdad, nostálgicos?
Como decía antes, los más privilegiados se podían comprar un 600 y de vez en cuando hacer un viaje a la playa, cada cuatro o cinco años, más o menos. Hoy raro es el hogar que, con todas las dificultades y toda la crisis, no tiene más de un coche, por supuesto, no el más bajo de la gama. No renunciamos a nuestras vacaciones de verano, si es posible fuera de España. Y los puentes, las fiestas, los simples fines de semana, son excusa para que cojamos los bártulos y nos hagamos una escapadita.
¡Ah! Y por supuesto, nos reunimos con nuestros amigos y hablamos en la calle, de lo que sea, sin que venga la Guardia Civil a dispersarnos. Los rojos, los azules, los verdes, los arco iris... todos pueden reunirse y manifestarse cómo y cuando quieran sin que nadie les prohiba hacerlo. Eso lo hemos ganado también. Yo tenía doce años cuando murió Franco. En mis años de franquismo me dediqué a ir al colegio y jugar. Me daba exactamente igual que gobernaran unos u otros. Después, pasado el tiempo, y con una democracia que se iba haciendo mayor poco a poco, fui tomando conciencia de lo que significa la libertad. Muchos fueron callados durante toda la dictadura, fueron encarcelados o tuvieron que abandonar su pais para pelear desde fuera para que los que hoy se manifiestan puedan hacerlo con total naturalidad.
Afortunadamente, cada vez son menos los que lo hacen, pero como tienen derecho, que lo hagan. Pero que sepan que no va a volver, que el pequeño dictador ya no tiene influencia en los españoles y que, aunque la crisis nos haga dudar de nuestros polítiticos, de lo que no dudamos es de que aquellos tiempos no deben volver. Descanse en paz el dictador, en paz y para siempre.
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