Había quedado con Andrea en Sol a las 11 de la mañana. Nubes y claros en el cielo por lo que no sabía si se torcería la mañana, pero empezó bien cuando comprobé que ella había llegado a nuestro punto de encuentro un poco antes que yo -la puntualidad no es una de las virtudes de mi querida Andrea- y que además, el sol no calentaba demasiado, con lo que nuestro paseo por la Feria del Libro en el Parque del Retiro prometía no ser demasiado cansada. Pero había un inconveniente, siempre lo hay, y es que Andrea traía unos buenos tacones, que no es precisamente el calzado ideal para recorrer más de trescientas casetas de libros sorteando a gentes de toda edad y condición, acompañadas de bicicletas, carritos de bebé, patinetes o perros de distintos tamaños...
El caso es que empezamos nuestro periplo y comenzó a subirme ese deseo que siempre tengo de comprar todo lo que tenga lomo, tapas y páginas. Pero la verdad es que me contuve bastante, dejando algunos deseos de lado hasta que apareció ante mis ojos "El tiempo de costuras" de María Dueñas. Más adelante comprobé que firmaba en otra caseta, con lo que me quedé sin firma. A todo esto, Andrea empezó a comprar algunos ejemplares, cogiéndome alguna ventaja, hasta que vi el libro de Alfredo Relaño "366 historias del fútbol mundial", que además, firmaba el autor. Aproveché, hice mi segunda adquisición de la jornada, en esta ocasión con firma incluida, y una pequeña charla con Alfredo sobre la selección y Raúl. Mientras él mantiene que Luis sacó a Raúl de la selección porque quería otro tipo de delantero, yo sigo insistiendo en que fue un problema personal. Todas las opiniones son respetables, por supuesto, y a mí me gusta el fútbol...
Andrea buscaba algunos clásicos de ciencia ficción de su infancia y alguno encontró, pero otros ya le advirtieron en alguna caseta que sería imposible encontrar. Además, algún libro de historia militar española, tema que le apasiona, hacían subir el número de bolsas en sus manos y el peso de las mismas. En seguida encontramos a un autor que no he leido, pero del que me han hablado muy bien, Jerónimo Tristante, que firmaba ejemplares de su novela "El enigma de la calle Calabria", que añadí a mi "cesta de la compra", porque este es el tipo de novela que se lee bien en transporte público, y con las 3 horitas que tengo que pasarme en él todos los dias...
Ya estaban empezando a pasar factura el calzado y el número de libros a Andrea cuando nos encontramos a un personaje importante en la historia de la transición española, sobre todo en la Comunidad de Madrid, de la que llegó a ser presidente, me atrevería a decir que el mejor que ha tenido. Don Joaquín Leguina firmaba ejemplares de su última novela, "La luz crepuscular", que también compré, por supuesto. Tuve también una pequeña charla con él, en esta ocasión sobre política, sobre ese personaje que tanto daño ha hecho a Pinto y al PSOE de la localidad, Antonio Fernández, del que me dijo textualmente "no me gustó desde el primer día en que le conocí". Le comenté que la clase política actual no me merece confianza, a lo que me contestó que el problema es que los políticos actuales entraron en un partido cuando eran unos críos, empezaron a trabajar como políticos y no saben hacer otra cosa. Y en concreto me hizo una pregunta retórica: "¿Tú qué crees que ha hecho Zapatero en su vida?". Personajes como este merecen la pena ser escuchados y leidos.
En este punto me había quedado sin dinero con lo que tuve que meterme en una de esas oficinas móviles de Cajamadrid que había repartidas por toda la Feria para poder ir a comer o tomar algo, porque ya a esas alturas, había decidido no comprar ningún libro más. Andrea protestaba por su dolor de pies y yo le decía a modo de broma que no pesaban los libros, sino las bolsas. Nos sentamos un rato a descansar y nos fuimos a comer a un restaurante cercano. Una paella bastante pasada y una chuleta de cerdo compusieron el menú, además de un café y una copa, que para eso era fiesta, ¿no? Finalmente, tuvimos que ir a unos grandes almacenes para que Andrea comprara un calzado cómodo y cambiarlo por sus torturadores zapatos de tacón.
Y finalmente, unas cervecitas en un par de terrazas, hasta que, cuando miré el reloj, faltaban diez minutos para que comenzara el concierto de Divertimento Folk al que quería asistir en la Sala Galileo. Como estaba lo suficientemente lejos como para no llegar a tiempo, me quedé con las ganas, ya que tienen disco nuevo y me apetece conseguirlo. Otra vez será, espero que pronto...
Como Andrea debía coger su autobús, me vine para casa con mis bolsas de libros, y riendome del divertido día que pasamos a costa de unos zapatos de tacon y unos libros que no pesan tanto, porque de verdad, comprobadlo vosotros, no pesan los libros, pesan las bolsas...
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